"Aqualung", Jethro Tull, 1971, Chrysalis


Ian Anderson, cansado de que le preguntaran si "Aqualung" era un álbum conceptual, optó por componer "Thick as a brick" (1972), donde incluyó su idea de todo lo que hacía a lo "conceptual" y a lo "progresivo". Dadas las limitaciones del vinilo, "Thick as a brick" usualmente aparece dividido en dos secciones, cada una por una cara de la edición original, así que cabría extender esa idea a la de dos "partes" o "secciones" deliberadas de una composición. "Aqualung", por su lado, no ofrece dos lados de música continua (sin pausas entre secciones) sino más bien "canciones", pero sí las organiza en dos grupos, cada uno ocupando un lado del vinilo, y quizá por eso -la idea de una organización, de una estructura dividida en dos mitades- alcanzó esa "apariencia" de álbum conceptual.
Pero digamos que lo es y ya. Todo álbum, en última instancia, tiende a lo conceptual si reclama para sí el estatus de algo más que una simple colección de canciones (eso es lo que distingue álbumes de compilados, de hecho) y, como grado cero del concepto, cada álbum puede entenderse como una muestra de la estética que explora la banda en cuestión en ese momento; así, hay una suerte de unidad conceptual en "Revolver", por poner un ejemplo, aunque no exista necesariamente un "concepto" claro (en el sentido temático, como en "The Dark Side of The Moon") vinculando las canciones ni, mucho menos, una narración. ¿Dónde está la discontinuidad entre meros álbumes y álbumes "de concepto"? Será quizá una pregunta bizantina; digamos, entonces, que "Aqualung" es más cohesivo que los álbumes usualmente dejados de lado del conjunto de los conceptuales y listo.
La primera parte se titula "Aqualung" y explora una serie de personajes conectados entre sí por una sensación de marginalidad. El primero es el linyera que da título y portada al álbum, y es presentado desde varios puntos de vista (con desprecio, con empatía, con piedad) en las tres secciones de la canción (el riff original y su extensión que modula desde Sol menor hasta la clave construida a partir del intervalo de quinta disminuida o tritono, es decir Re bemol; la sección acústica lenta y su desarrollo más acelerado con la banda completa). Es, por supuesto EL clásico de la banda y hasta la fecha sigue sonando en los conciertos de Anderson y compañía. Siguen "Cross-eyed Mary" y la brevísima "Cheap Day Return", la primera un hard rock prístino acerca de una prostituta adolescente (e incluye un cameo de Aqualung) y la segunda un bosquejo acústico más lírico no conectado con los personajes anteriores. Uno de los grandes momentos del disco aparece a continuación con "Mother Goose", un híbrido de hard rock con folk con psicodelia medievalizante y mitología circense (más marginales, es decir) que, si nombrar a los personajes anteriores, parece acomodarse perfectamente al paisaje del álbum hasta ese momento. "Wond'ring Aloud" y "Up to me", que cierran el lado A viran la sensibilidad de la obra hasta lo cotidiano la primera y hasta lo costumbrista urbano la segunda y más floja del disco, que introduce un par de personajes más y remata de manera un poco difusa la sección.
El lado dos, titulado "My god" ("mi dios") es acaso más cohesivo y se ha señalado que explora la posibilidad de una espiritualidad o incluso religiosidad libre de las instituciones eclesiásticas o las religiones organizadas. Más que un ataque a la noción de dios es, por tanto, un alegato inmanentista a un dios que "está en todos nosotros y en nuestro interior", como queda bastante claro en la canción que abre la sección y la que la cierra, "My god" y la fabulosa "Wind up" respectivamente. Ambas son composiciones en la línea de la suite estándar del rock progresivo, con secciones diversas que modulan de tonalidad y de texturas, y cabe resaltar el mood más hardrockero de la última y la sutileza de la primera (el solo de flauta, por ejemplo, juega a modificar la sensación de "inmediatez" en el sonido del instrumento; a su vez, el coro que juegan con la resonancia de una iglesia y parece referir -falsamente- al canto gregoriano, connota una notoria "sacralidad" a la vez que se ofrece en una armonía típicamente bluesera). En el medio quedan dos de las composiciones más emblemáticas y hardrockeras de la banda, "Hymn 43" y "Locomotive Breath", con su introducción jazzera a cargo del piano de John Evan, que es atropellada por el insuperable riff de la guitarra de Martin Barre. Queda en el medio "Slipstream", un tema atendible que palidece un poco en comparación con las otras composiciones de su lado, el más interesante del álbum por cierto.
Hay tres versiones en CD, de las cuales la mejor sin duda es la más reciente, remezclada atentamente por Steven Wilson (también llevada a vinilo recientemente) y con un buen repertorio de versiones en vivo a modo de disco bonus (incluyendo la fresquísima "Lick your fingers clean", que sería después retrabajada para el álbum "War Child", de 1974).
"Aqualung" es uno de los mejores discos de todos los tiempos, punto. No es mi favorito de la banda (tiendo a preferir "Thick as a brick" o "Heavy horses", a veces "Songs from the Woods") pero sin duda sí el más emblemático, y en la imagen del linyera de la portada (¿es Ian Anderson?) en combinación con el mood medieval de algunas canciones (curiosamente no tantas: algunos detalles en "Mother goose" quizá) se terminó de cristalizar la imagen que todavía hoy persiste en la mente de muchos melómanos, como si Jethro Tull no fuese, en realidad, una banda pasmosamente variada en estéticas y sonidos. Pero es fácil volver a "Aqualung" y reconocer su esplendor hardrockero y, a su manera, también pop.

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