"Paranoid", Black Sabbath, 1970, Vertigo, Warner Bros

Si bien la etiqueta de exploradores del blues profundo parece adecuarse más a Led Zeppelin que a las otras dos bandas de la santísima trinidad del hard rock setentero, hay algo en el uso de ese género en la música de Black Sabbath que parece ofrecer resultados más interesantes que los vinculables a la mera curiosidad filológica o a la prueba de fidelidad a las raíces. Es decir: los riffs lentos y mastodónticos que prefiguran el doom metal están ahí, pero Iommi suele aquí y alla redondearlos con un pequeño comentario casi siempre pentatónico o abiertamente bluesero, y los momentos oscuros que funcionan en plan "lamentos" desde el trabajo vocal de Osbourne aportan a una suerte de rescate de lo siniestro en el blues: un blues oscuro, recontextualizado hacia un vudú de película de terror o a los paisajes africanos a la "Exorcist II: the heretic" (1977).
De hecho, ese recurso parece funcionar, a lo largo del disco, tan bien como la construcción de piezas con secciones múltiples y variadas, gesto que parece ya algo cansado para el final del álbum, con "Fairys wear boots" como uno de los momentos acaso más deslucidos entre lo propuesto -en comparación con los especialmente brillantes, por supuesto: el efecto de cansancio o incluso agotamiento sólo se percibe si la composición suena en el orden en que aparece presentada en el contexto del álbum.
Es cierto, en cualquier caso, que no es fácil seguir después de "War pigs", con su estructura que rezuma autoridad y convicción desde cada una de sus tantas secciones y la suma de todas ellas -1) la introducción instrumental con los acordes pausados de Iommi y el bajo más laborioso de Butler, más la sirena de guerra que recorre las zonas centrales de la figura del estéreo (0:00-0:53), 2) la primera tirada de versos con un tempo aparentemente más rápido, abundante espacio vacío para la voz de Osbourne y una guitarra en power chords cada vez más trabajada que desemboca (0:54-1:50) en 3) una exposición instrumental del riff central -en adelante A- de la canción, una versión de lo precedente complementada por tres power chords descendentes (1:51-2:08), seguida por 4) una sección más ágil basada en un nuevo riff, que se repite en dos estrofas con una breve sección instrumental entre ellas, culminando (2:09-3:11) en una reexposición de A (3:12-3:32) y que deriva en 5) un solo de guitarra en tres secciones diferenciables que modula de mi menor, la tonalidad de la canción hasta ese momento, a mi mayor (parte 1: 3:33-3:40, parte 2: 3:41-3:55, parte 3: 3:56-4:11, reiteración de la parte 1 con variaciones: 4:12-4:19), más 6) una vuelta a la tonalidad de mi menor en dos power chords (mi-re; 4:20-4:30), 7) reiteración de la sección 2 (4:31-5:24); 8) reiteración de A (5:25-5:44); interludio instrumental en cuatro partes, la primera en mi menor (5:45-6:20), la segunda en re menor (6:21-6:25), la tercera en do menor (6:26-6:30) y la cuarta con dos power chords (si y do) que sirven de modulación una vez más hacia mi menor (6:31-6:36), y, finalmente 8) una outro instrumental en mi menor que incluye un solo de guitarra al final (6:37-7:57).
...Salvo proponiendo una canción breve, intensa y ante todo rockera. "Paranoid", en ese sentido, funciona a las mil maravillas y, después de esa doble propuesta (composición épica en 8 secciones, con variaciones de tempo, seguida de una pieza agresiva y rápida), el oyente parece rendirse a la grandeza del álbum y todo lo que tenga para proponer. Es cierto que "Paranoid" es bastante similar a "Communication breakdown", del primer álbum de Led Zeppelin (1969), pero nadie puede quitarle su condición de clásico del hard rock y el primer metal.
Para mayor variación (y sorpresa), la cara A del álbum continua en "Planet caravan", una composición atmosférica y apenas oscura, en la que Osbourne canta desde el parlante de un organo leslie y Iommi toca un solo maravillosamente jazzero y lírico, complementado aquí y allá por flautas pasadas al revés que aportan al clima de ensoñación y misterio.
Finalmente, cierra el lado del disco "Iron man", acaso el ancestro común más reciente a todas las formas de metal, con su riff de montaña que camina, sus interludios más ágiles y la voz de Osbourne replicando a la guitarra, un recurso que vuelve aún más intensa y directa a la composición. ¿Es acaso posible negar un artesanado tan perfecto? El lado A de "Paranoid" cierra como pocos, y con apenas cuatro composiciones establece toda una agenda musical todavía hoy no agotada.
Sería dificil que el lado B no palideciera en comparación con la maravilla del anterior, pero para riffs monstruosos y esa intensidad marca Ozzy Osbourne de voces que doblan el trabajo de las guitarras (y no en la manera digamos decorativa en que Plant le hacía de eco vocal a los fraseos agudos de Jimmy Page en el primer disco de Led Zeppelin) "Electric funeral" está lo más cerca posible de regresar al clima de asombro musical -y clima de oscuridad opresiva- que convocaba "War pigs"; quizá, incluso, el comienzo del lado B se permite ir todavía más allá, incorporando el ejemplo más marcado de dinámica y quiebre dentro de una canción, con el intermedio que comienza hacia 2:20 y cancela el paso de mamut del riff principal en favor de un frenesí de guitarra, bajo y batería sobre el que Osbourne replica el arreglo de guitarra de Iomi, algo similar al solo de "Dazed and confused", también del primer disco de Led Zeppelin (y esto no es extraño: en entrevistas y autobiografías casi todos los miembros de Sabbath señalaron que Zeppelin era la banda que estudiaban con mayor atención por aquellos momentos), para volver al riff original en 3:10.
Sigue "Hand of doom", otra pieza de estructura compleja y secciones dispares que se las arregla para ofrecer todavía uno de los momentos más intensos del álbum en su sección central (3:38-4:11), acaso como la última carta de alta energía disponible en el momento, y un instrumental breve, "Rat salad", que evolucionó desde solos de batería tocados en vivo. Su singularidad -es el único instrumental del disco, pero todas las composiciones largas incluyen pasajes instrumentales que duran muy poco menos- le aporta interés, pero para ese momento el disco ya exhibe cierto cansancio acaso inevitable.
"Paranoid" refina lo ofrecido por el disco precedente ("Black Sabbath", de 1970) y aporta estructura, intensidad y autoridad a los segmentos que en el debut de la banda se sentían un poco autoindulgentes, como "meros" jams llevados a cinta; desde ese antecedente, entonces, Sabbath logró el disco primordial del metal en todas sus variantes, en ese sentido más proyectado a futuro que "Machine head" (1972) o los cuatro de Zeppelin hasta ese mismo año. Curiosamente, lo hicieron tomando un segmento de la amplísima paleta de la banda de Page y Plant y explorándolo hasta sus últimas consecuencias: en ese sentido, todo "Paranoid", cabe pensar, deriva de la intensidad demente de "Communication breakdown", de la oscuridad de "Dazed and confused" y del trabajo en secciones diversas de "How many more times", pero alcanza a vislumbrar un mundo completo, que Zeppelin apenas exploraría y del que Sabbath pasaría a convertirse en el descubridor indudable.

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