"AEnima", Tool, 1996, Zoo Entertainment

Si bien dificilmente pueda extirpársele a "Lateralus" (2000) su condición de obra maestra -hasta la fecha- de una de las dos o tres bandas de metal (en cualquiera de sus formas: alt, math, prog) más fascinantes surgidas desde los noventas, es inevitable a la vez ver en el segundo álbum de estudio de Tool la primera muestra indudable de hasta dónde podía llegar su sonido. Es decir: todo estaba expuesto en "AEnima": la precisión sobrehumana de la banda (todas las canciones), la asombrosa performance vocal de Maynard James Keenan (basta con "Pushit" como muestra), las texturas metálicas y tintineantes de armónicos del bajo (la introducción de "Forty six & 2", el "ping" rítmico en el riff principal de "Stinkist") de Justin Chancellor, la cualidad casi monocromática que la distorsión a la vez compacta y nebulosa de la guitarra de Adam Jones (y sus solos minimalistas) inflige al sonido general del disco y, last but not least, la batería exhuberante y bonhamiana de Danny Carey (con "Hooker with a penis" como ejemplo perfecto). Pero también, por supuesto, las letras extrañas y herméticas, las alusiones esotéricas y el arte ominoso de tapa y librillo. En cierto modo toda esta receta, extendida un poco más allá, da como resultado "Lateralus"; así, al tema fuera de borda de Aenima ("Hooker with a penis") le equivale "Thick and leeches" en el álbum siguiente, al bajo sobresaliente de "Forty six & 2" el de "Schism" y a la perfección pop/rock/metalera de "Stinkfist" (en tanto hit indiscutible del álbum) el riff imparable de "Parabola".
AEnima, con sus 77 minutos, es sin duda un disco largo para los estándares de cualquier banda (es doble en su edición en vinilo), pero sería un error pensar que los intermedios como "Useful idiot", "Message to Harry Manback", "INtermission", "Die Eier von Satan", "Cesaro summability" y "(-)ions" funcionan a modo de "relleno"; por el contrario, y como pasa también en "Lateralus", son estas piezas las que terminan de aportarle al álbum su personalidad distintiva y extraña: son, de hecho, los momentos en que la paleta de sonidos se expande y la banda se interna en las zonas del ambient y el dark ambient: así, "Third eye", el cierre del disco, es -como "Faaip de oiad", pero más inmerso en las posibilidades de una pieza progresiva de partes múltiples, algunas incluso melódicas- el momento más inquietante y oscuro de lo ofrecido.
Pero esa variedad no queda relegada únicamente a lo tímbrico o a las texturas y paisajes sonoros: en "Die Eier von Satan", por ejemplo, la pauta rítmica es la de un compás de 5/8 intercalado con uno de 2/4, que en su sensación de error o desfase va aumentando la tensión paralelamente al discurso pseudohitleriano (en realidad apenas una receta de huevos "endiablados").
Por supuesto que lo más deslumbrante del disco son las piezas más extensas: "Eulogy", "H", "Forty six &  2", "Jimmy", "Pushit" y "AEnema", entonces, permanecen como composiciones ineludibles de su época y del metal en general. Quizá "Pushit" -con  su punto álgido, musical y emotivamente, en el momento (8:50) en que la banda se detiene y Maynard extiende una nota brillante como el oro que parece clavarse para siempre en el corazón de quien la escucha- sea la joya más brillante de este tesoro, pero ahi nomás queda el final de "Jimmy" (4:44), la introducción delicada y polimétrica de "Eulogy", el puente (por llamarlo de alguna manera: me refiero a la sección en Mi-Fa#-Re que arranca en 3:31) de "Stinkfist", las dinámicas de "AEnema"  el final de "H", eñ estribillo ("my shadow...") de "Forty six & 2", además de los 13:47 completos de "Third eye".
"AEnima" es un disco ineludible, inevitable: una vez que se accede a su corazón secreto, no se olvida jamás.

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