"Help!", The Beatles, 1965, Parlophone


Uno de los fetiches a la hora de narrar el proceso de The Beatles es sugerir cuál fue o pudo ser el momento en que todo empezó a cambiar; esto parece relegar a un lugar de menor interés una primera etapa más marcada por un pop inmediato o por las pocas pretensiones a la hora de grabar y construir canciones, y es cierto que al menos los primeros dos discos de la banda indudablemente ofrecen un remedo de la actuación en vivo y no un sonido creado específicamente en el estudio y que sólo puede vivir en él; la cosa se complica notoriamente con "Beatles for sale", pero en general se propone a "Help!" como el punto de inflexión. En cierto modo la cosa parece natural: ya para 1965 sonaban los Kinks y los Animals y, por tanto, la que todavía era en gran medida la banda de Lennon -que además venía del éxito impresionante en Estados Unidos y de una película sorprendente- tenía que proponer algo nuevo. Y vaya si lo hicieron: el sonido que empezaba a aparecer en el reverb de los timbales de "Every little thing" encuentra en "Help!" el lugar para extenderse y desarrollarse, y se lo escucha en todas partes (por ejemplo en la atmósfera de "You like me too much"), ya definido de una vez y para siempre como el sonido Beatle. Además está la influencia de Dylan y, por supuesto, el impulso de empezar a crear en el estudio; a partir de esto último cabe pensar que todo el disco se resume y se justifica (y brilla) con "Ticket to ride", su primer single y también la pieza que cierra el lado A. La canción, por supuesto, es asombrosa toda ella, pero cabe pensar en dos elementos que la vuelven singular: la tremenda batería de Ringo y el acorde de La que se mantiene incambiado en la mayor parte de los versos, que casi suena a un drone de la música india o del minimalismo. Lennon diría después que es la primera composición heavy metal de la historia, pero eso parece, al menos ahora, un poco excesivo; e innecesario: su brillo se basta a sí mismo como una de las obras maestras del pop.
El lado B incluye dos covers ("Act naturally" y "Dizzy Miss Lizzy") que, por una vez, y en particular el último, sí parecen ofrecer cierta inercia, cierta resistencia al cambio. No se trata de que sean interpretaciones deslucidas (una vez más, en particular el último), pero a todos los efectos prácticos el álbum -en tanto álbum, no en tanto grupo de canciones- termina con "Yesterday", en la que es fácil ver una de las mejores creaciones de McCartney y de la banda completa: olvidando lo musical y la letra, hay una inmediatez tensa y emocionante en el sonido de la guitarra ligeramente ensordinada por las yemas de los dedos de Paul, grabada como para connotar fragilidad. Y las cuerdas parecen temblar sobre la superficie de las aguas, a la izquierda en la versión stereo de 1965, casi como si fueran dos canciones que se suman en un centro asombroso.
No soy especialmente fan del title track, pero sí diré que me gusta más -y es casi una excepción- en la versión stereo de 1965, más grave y oscura que  la del remix stereo para el CD de 1986 (sobre este punto: el remix de George Martin en ese año añade una cantidad importante de eco a "Dizzy Miss Lizzy", un cambio para nada deleznable). La que le sigue es acaso la mejor expresión del lado más poprockero del disco, con otro maravilloso ejemplo de atmósfera, en particular en la voz principal a cargo de Paul, y ese sonido inconfundiblemente Beatle en la guitarra rítmica. Acá es dificil decidir entre la mezcla mono y la estereo: esta última separa claramente (a la derecha) la rítmica, y eso sin duda la hace brillar más, pero hay una sutileza en la irrupción de las voces (con discretísimos pero audibles fade-in) que hace al sonido de la mezcla mono especialmente interesante, pese a la cosa un poco más de sopa sonora y de confusión de frecuencias que tiene en comparación a las mezclas stereo.
En esta línea, la mezcla mono de "You've got to hide your love away" es en mi opinión la mejor (en la stereo 1965 la voz de Lennon parece aún más fragil, pero cierta seguridad que connota la mezcla de 1986 y la mono quizá conviene más a la canción) y esta pieza, qué duda cabe, otro de los grandes momentos del disco, sea cual sea la naturaleza de ese amor que el hablante prefiere ocultar (y parece dificil rechazar del todo la hipótesis gay).
"I need you" y "Another girl" aportan al cuerpo básico del álbum: sin ser lo mejor que ofrece tampoco llegan a pasar inadvertidas, en particular la segunda. Pero mejora mucho la cosa "You're going to lose that girl", en parte gracias a su buenísima percusión -Ringo en bongós- y a la cosa cavernosa de la mezcla mono, que potencia especialmente al piano de McCartney.
"Help!", en cierto sentido, es el disco que mejor ofrece la guitarra rítmica de Lennon (un guitarrista rítmico brillante, mucho mejor en su campo que lo que Harrison llegaba a parecer en el suyo, al menos durante los años de la banda y hasta que se puso a aprender slide); ese trabajo se nota también en la bellísima acústica de "It's only love", otro de los momentos más disfrutables del álbum. No sucede lo mismo con "You like too much", que está entre lo más flojo de lo ofrecido y que de interés ofrece apenas la buenísima sección instrumental.
"Tell me what you see" siempre me pareció deliciosa, y no ha cambiado esa apreciación con el tiempo. La atmósfera creada por la percusión y el break instrumental con el pianet Hohner son especialmente interesantes, del mismo modo que la apropiación del country en "I've just seen a face", el otro gran número acústico (y sin bajo) del disco, un trabajo vocal impresionante de McCartney, con él mismo cantando la armonía en el estribillo.

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