"Stormwatch", Jethro Tull, 1979, Chrysalis

Sin duda que el último álbum de Jethro Tull grabado por la más clásica -y mejor- de sus formaciones -Barlow, Barre, Evan, Glascock, Palmer, Anderson- puede pasar cómodamente por el menos logrado de, por lo menos, la llamada trilogía folk, y también palidecer frente a trabajos de mayor interés, como "Minstrel in the gallery" (por no mencionar "Thick as a brick" o "A passion play"), pero por ello es un álbum fallido o sencillamente malo. Por el contrario, su arranque con "North sea oil" y "Orion" es tan bueno como cualquier canción de segunda fila de "Songs from the woods" o "Heavy horses", y eso no es decir poco. Es cierto que  no aparece una obra maestra al nivel de lo mejor de esos discos, pero hay momentos especialmente deliciosos en "Home" y en "Dark ages", una de las piezas más hard rock de un álbum que prescinde de marcas folk tan fuertes como las de sus dos predecesores pero retiene una conexión a ese medio rural del que hablaba "Songs from the woods" a través de una preocupación de corte ecológico.
Otros momentos de discreta belleza son la introducción de "Warm sporran" -el resto del instrumental se vuelve algo reiterativo, a decir verdad.
El problema está quizá en el lado B, que comienza con una potente "Something's on the move", pero pronto esa canción revela cierta falta de inspiración. No se trata de una pieza realmente mala, por supuesto, pero ya no cabe compararla con canciones sólidas de los antecedentes inmediatos de la banda, en particular por una melodía que parece resuelta de manera algo consabida. Hay un clima interesante al comienzo de "Old ghosts", pero la pieza no está a la altura de las expectativas, y después "Dun ringil" (cuyo título remite a un sitio arqueológico en Escocia) parece una canción de manual de Jethro Tull (pero su brevedad la hace fácil de pasar por alto).
El lado B mejora un poco con "Flying dutchman", pero a la vez no parece tratarse de una canción especialmente intensa o "viva" -ambas cosas que siempre están presentes en lo mejor de Jethro Tull, incluso en el Jethro Tull estándar-, y cerrar el álbum con un instrumental un poco tenue, por más que contenga momentos especialmente bellos (y otros tantos especialmente cursis), no parece la mejor de las opciones. Quizá, simplemente, la inspiración alcanzó para un buen lado A y relegó al B a un rejunte resignado.
Pero qué bien que suenan "North sea oil", "Orion" y "Dark ages".

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