"Lodger", David Bowie, 1979/2017, RCA/Parlophone

¿Por qué no hay entre las canciones del lado A de "Lodger" un clásico del repertorio de su autor? Un examen rápido de la discografía parece dejarlo claro: al menos desde "The man who sold the world" (lado A: "After all", lado B: "The man who sold the world") todos los discos hasta 1979 parecen contener en sus dos subdivisiones canciones fáciles de pensar como ineludibles para una imagen de la obra de Bowie, y sin embargo ninguna de las del lado A de "Lodger" pasan fácilmente esa prueba. Veamos algunas hipótesis.
La primera es la más sencilla: ninguna de estas posee -tan claramente como, pongamos, "Young americans" o "Sound and vision"- una suerte de esencia Bowie que trasciende todos los célebres cambios estéticos y musicales tan notorios en la carrera de su autor.
La segunda es no menos simple: ninguna de estas alcanza ciertos estándares de calidad que las eleven desde buenas canciones a obras memorables.
La tercera es algo más complicada y parte de reconocer que el lado B del disco sí incluye clásicos, y de hecho hits (y de hecho los tres singles del disco), para nada menores en el contexto de la discografía completa: "DJ", "Look back in anger" y "Boys keep swinging". Entonces la pregunta queda reformulada: ¿por qué no fue incluido ninguno de los singles en el lado A? Entonces respondamos que hay una intencionalidad específica de hacer de ese lado de "Lodger" una suerte de lugar extraño o desconcertante.
Antes de ensayar una cuarta vamos a considerar las tres primeras hipótesis. La primera quizá no se sostiene, en tanto simplemente encubre el problema de definir qué es esa "esencia Bowie" y, de hecho, asumir que tal cosa de hecho existe. Como hipótesis, depende de una premisa muy específica, y esa premisa es como mínimo problemática. Sin embargo, antes de descartarla, cabe encontrar una manera de pensarlo, y es apelando a lo que se sabe de la génesis del disco. Así, "Lodger" pasa por ser el más "Eno" de los tres discos en los que el pionero de la música ambient participó como invitado y co-compositor, en el sentido de que es el más abierto a juegos con el azar y a poner el proceso por encima de los resultados. Bowie sería, ante todo, un artista expresivo que problematiza al sujeto que se expresa pero no a la expresión como hecho central; su componente de experimentación y riesgo hizo que en varias ocasiones -todo esto como parte de una biografía posible que pase por encima de los cambios y busque las constantes- se acercara a formulaciones menos expresivas y más de procedimiento (las letras en "Diamond dogs", por ejemplo, los instrumentales de "Low"), pero sin, cabe pensar, que la obra completa -el disco entero, digamos- quede dominado por ese gesto. En "Lodger", en cambio, los procedimientos claramente dominan y, por tanto, el azar hace que lo expresivo -que el "Bowie" en Bowie- retroceda. Por eso no sentimos esa presunta esencia "Bowieana". Exista o no, en "Lodger" no puede aparecer tan claramente porque "Lodger" -su lado A especialmente- es un disco hecho a partir del azar y los accidentes planeados de Brian Eno.
¿Y qué pasa con la segunda? Es posible que ni "Fantastic voyage" ni "African night flight" ni "Move on" ni "Yassassin" ni "Red sails" sean composiciones tan memorables como "Heroes" o "Ashes to ashes" o "Life on Mars?", pero está claro que el contexto en el que fueron creadas privilegia otros sistemas de valoración y que, por tanto, no son necesariamente comparables; lo que hace una belleza a "Ashes to ashes" no necesariamente es convocado en, pongamos, "Yassassin", de modo que es como mínimo problemático medir a esta última con la escala de la primera. Pero si queremos ensayar una suerte de escala pan-bowie, que abarque su obra completa, podemos pensar una vez más en las circunstancias de creación: "Lodger" fue un disco en última instancia descuidado, del que Bowie se desentendió rápidamente (no salió de gira después, por ejemplo, como sí lo había hecho tras "Heroes"). Entonces aparece el hecho clave de la historia de "Lodger": la mezcla fue hecha sin el compromiso activo ni de Bowie ni de Eno (que también se había desilusionado del proyecto cuando sintió que lo planteado tenía un potencial que no llegó a plasmarse del todo por quedar en medias tintas), y también Visconti se sintió movido a mezclarlo a toda prisa. Y es cierto: el sonido delicado de "Low" y la estridencia cuasi noise de "Heroes" son afirmaciones estéticas fuertes, rotundas, visibles a cualquier distancia; no así el sonido tenue, algo latoso, plano y deslucido de "Lodger". Quizá las canciones sean tan buenas como cualquiera de su autor, pero está claro que suenan peor que casi todas sus precedentes desde 1972 en adelante.
La tercera hipótesis implicaría una atención sobre lo conceptual que, en principio, parecería peleada con lo que sabemos de la génesis del disco, pero de todas formas está bastante claro que las cinco canciones del lado A hablan ante todo de viajes y ensayan eso que empezaba a llamarse "world music" (en especial en "Yassassin", que une un ritmo reggae con sonoridades de la música turca); líricamente está clara la conexión entre "Fantastic voyage", "African night flight", "Move on" y "Red sails", hasta el punto que no son pocas las reseñas del disco que comparan su lado A con un "diario de viajes", como si hubiera una salida literal, geográfica, a la reclusión en Berlin de "Heroes" y a la claustrofobia autista de "Low". El lado B, en cambio, es más una suerte de historia sentimental: la contraparte de espacio interior al espacio geográfico (recordemos que "red sails" incluye un verso tan extraño como "we are gonna sail to the hinterland") del lado A. En ese sentido, el lado B parece naturalmente el más "expresivo", mientras que el A quedaría como el más procedural, y por ese lado también parece resonar cierta noción de coherencia en el hecho de que "Fantastic voyage" -en el lado A- y "Boys keep swinging" tengan la misma secuencia de acordes. ¿Pero qué canción recordamos más fácilmente? ¿Cuál es la más memorable? ¿Cuál es la "más Bowie"? La respuesta probablemente sea siempre la del lado B.
Destino extraño el de "Lodger", al menos hasta 2017, cuando Tony Visconti lo remezcló para el box set "A new career in a new town". Ahora el álbum, diríase, alcanza un esplendor que no le parecía propio. En "Red money" (qué curioso que ambos lados terminen con un "red" algo: Sails en el A y Money en el B) toda la rareza implícita a la canción queda aún más a la vista, con su seca textura de percusión y la nueva definición de frecuencias en los instrumentos. De alguna manera, entonces, el mix 2017 resalta esta pieza que cierra el álbum: la eleva al estatus de uno de los momentos más antipop y weird de la discografía de Bowie. Recordemos que la etapa llamada de Berlín comienza no con un disco de Bowie sino con uno de Iggy Pop: las sesiones de grabación de "The idiot", es decir, fueron el laboratorio para todo lo que sería explorado a fondo en "Low". Es tentador atribuir una carga de significado a que el último disco de esa etapa -ya estaba claro que la asociación con Eno se había terminado y que Bowie había dejado Europa una vez más: buena parte de "Lodger" tiene que ver con New York- cierre con una reiteración de la pieza que abría el primero, es decir "Sister midnight", ahora con otra letra y otro título pero manteniendo el riff y potenciando aún más el componente raro e industrial.
De hecho, el mix 2017 parece instalar a "Lodger" más en la escena neoyorquina que en el contexto europeo de los dos discos anteriores de Bowie. Los componentes más new wave, incluso más no-wave, incluso más postpunk, parecen puestos en evidencia de una manera que la mezcla original no lograba establecer. Y, además, el nuevo "Lodger" tiene graves. Profundos graves, graves pantanosos, que llenan la imagen sonora y le dan cuerpo y peso. En ese sentido, la remezcla parece corregir lo señalado por la hipótesis dos.
¿Es mejor el nuevo "Lodger" que el original? En más de un sentido supongo que sí.
Pero, por supuesto, el lado A sigue reclamando esa lectura desde el proceso y la actitud menos expresionista, y dificilmente se reestablezcan "Move on" y "Red sails" como clásicos Bowie al nivel de "Golden years" o "Beauty and the beast"; sin embargo, a la hora de repensar a "Lodger" como una obra de especial interés -algo que tiene mucho que ver con pensarlo como el lugar en que Bowie se fue más lejos de Bowie-, el mix 2017 juega un papel clave. Quizá ahora sí podamos revalorar "Lodger" y pensarlo como otra verdadera obra maestra de su autor.

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