"Carry fire", Robert Plant, 2017, Nonesuch/Warner Bros


Primero, lo obvio: la discografía solista de Robert Plant es, con lejos, la más interesante producida por un ex-Led Zeppelin, incluyendo los trabajos de producción del gran John Paul Jones; después, también es cierto que operó en Plant un crecimiento, desarrollo, llámenlo como quieran, y desde "Dreamland" a "Mighty ReArrenger" hasta "Raising Sand", y después el buenísimo "Lullaby and... The Ceaseless roar", el cantante de Zep terminó por ofrecer ya no sólo la mejor carrera solista de un ex Zeppelin sino de probablemente un veterano de la escena de bandas hardrockeras/prog de los setentas. Y eso no es poco decir.
En cierto modo -hay que escucharlo más veces, pero este reporte temprano no puede estar tan desencaminado dado lo claro que habla el disco- la última producción de Plant con su banda (The sensational space shifters) es lo mejor de 2017 y seguramente lo más cercano a una obra maestra en la que se viera involucrado Plant desde "In through the out door" o, para los puristas, "Physical graffiti". La fusión de folk con blues basal con psicodelia con electrónica con ambient con hard rock es, simplemente, brillante, y no hay una canción que no despunte de alguna manera. Quizá el cover de "Bluebirds over the mountain" es un highlight en su trabajo sonoro (unas guitarras industriales loopeadas, una percusión asombrosa, violines y una delicadísima interpretación vocal), pero en esa línea de rock con distorsiones cuidadas e interesantes en sí mismas está la intrincada "Carving up the world again... a wall and not a fence", a la vez que el lado más loopeado/electrónica brilla en "Carry fire" con el añadido de resonancias de medio oriente muy en la línea de lo que Plant había esbozado con Page en "No quarter", sólo que mucho mejor; de hecho, el minuto y medio finale es simplemente asombroso: la voz de Plant abismándose en reverb, la guitarra acústica reiterando líneas melódicas marroquíes y, poco a poco, un ambiente electrónico que se mece como un mar apenas agitado entrevisto desde un ventanal desde una altura.
El disco comienza con "The may queen", título que sin duda despierta el recuerdo zeppelinero ("It's just a spring clean for the may queen", de "Stairway to heaven"), pero el híbrido folk de la canción apunta claramente a otra parte, un futuro que no deja de presentarse con todas las marcas de lo nuevo pero, a la vez, que no deja de ofrecer a la vista la conexión con las raíces.
El final ("Heaven sent") también es especialmente destacable: el momento más ambient, más atmosférico y oscuro del álbum: Plant cantando melodías que parecen fundirse en el fondo ambiental de la pieza hasta que fraseos de guitarra parecen devolverles la vida hacia el final.
Cabe destacar también el trabajo de las guitarras acústicas, que atraviesa el disco y es una de sus marcas sonoras: suena especialmente bien en "Season's song" y en la ya mencionada "The may queen"; a la vez que otro eje o corriente del álbum pasa por cierta rareza esencial a las composiciones y su sonido, que destaca especialmente en la agitadísima "Keep it hid".

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