"Too old to rock'n'roll: too young to die!", Jethro Tull, 1976, Chrysalis


A grandes rasgos, después de su par de álbumes conceptuales en el sentido (más) fuerte del término (o sea "Thick as a brick" y "A passion play"), Jethro Tull propuso tres discos en los que el lenguaje prog (maximalismo, virtuosismo, complejidad estructural) queda derivado a una multiplicidad de composiciones más cercanas al formato canción, en contraposición a las grandes piezas de múltiples partes que llenaban los lados A y B de los vinilos precedentes; siguieron después al menos dos discos ("Songs from the woods" y "Heavy horses") donde, si bien se mantuvo el formato cuasi-canción, quedó propuesto en tanto concepto estético o musical la manera en que ese lenguaje prog podía dar cuenta de otros lenguajes, el folk inglés en particular, de manera que cierta cosa místico-pastoral-tradicional quedara proyectada como una suerte de "alma" de los álbumes en cuestión.
Pero por supuesto que este esquema falla si se examina la discografía setentera de la banda más de cerca: es cierto que "War child", "Minstrel in the gallery" y "Too old to rock'n'roll: too young to die!" están ensamblados a base de canciones y que por tanto se escapan del prog a ultranza del par precedente, pero a la vez sus estrategias conceptuales -si bien rehuyen el modelo de una composición única dividida en partes y secciones y mitades- merecen una consideración especial y específica, en tanto el que ocupa a este comentario, noveno en la discografía, juega a la propuesta conceptual de una manera no menos intensa que, pongamos, "Thick as a brick", y por tanto es dificil no pensarlo como uno más en la serie conceptual/progresiva de Jethro Tull, quizá porque, en el fondo, no otra cosa logró jamás grabar esta banda, al menos en sus años de esplendor y en base a sus propias concepciones estéticas y musicales que, pese a que se trata de una banda de cambios discretos (en oposición a cambios radicales comoel que media entre "Scary monsters (and super creeps)" y "Let's dance", por traer a colación a Bowie en tanto imagen más fácilmente invocable de un artista comprometido con el cambio permanente, si bien esto, como todo, se presta a matices), permanecen más o menos incambiadas a lo largo de tantos discos, y que llevan siempre a privilegiar cierta unidad temático/conceptual/estética frente a la propuesta más digamos "usual" del álbum como colección de canciones unidas nada más que por pautas digamos genéticas, muchas veces tampoco tan firmes (pensemos en "Tattoo you", un disco que siempre funcionó como un álbum, incluso al nivel de su efecto en el ambiente circundante, tratándose más bien de una colección de outtakes).
En cualquier caso, "Too old to rock'n'roll: too young to die" (en adelante TOTRNR) queda propuesto claramente en los parámetros del disco conceptual fuerte: hay una historia más o menos definida (el protagonista, Ray Lomas, es un viejo rockero que intenta abrirse camino a través de los cambios en las modas), y de paso -además de una historieta que reconstruye el relato- una suerte de manifiesto implícito ("hacemos lo que queremos aunque pase de moda: ya volverá nuestra estética a ocupar el centro algún día") que funciona de alguna manera como la respuesta de la banda (y de alguna manera de su época de origen y del género más cercano a su núcleo) a la presunta revolución punk (que no lo fue, por cierto), por más que en el relato de la banda armado por su líder el énfasis queda puesto no tanto en esa confrontación como en la noción de lo cíclico en la moda y de la moda (más bien de "lo que está de moda" y no tanto "la moda" como institución en sí) a manera de eje de la música pop.
Lo cierto es que, aparte del title-track, el disco parece una suerte de propuesta menor en el contexto de la discografía de Jethro Tull. Es fácil reconocer -especialmente en el lado A- cierto ímpetu de reconstruir atmósferas y maneras propias de "Thick as a brick", pero es inevitable pensar que, si bien "Crazed institution" y "Salamander" son composiciones de interés, hay cierta intensidad que se siente como ausente y que es más fácil encontrarla en, precisamente, el posible modelo del álbum de 1972. Quiero decir: no se trata de pensar en TOTRNR como un intento de regresar a "Thick as a brick", no estrictamente al menos, pero más que cualquiera de esos tres discos de mediados de los setentas, propone en su interacción entre acústicas intrinadas y eléctricas más líricas con episodios hardrockeros o rifferos una manera más clara de plantear eso como una marca registrada de la banda, y ese gesto encuentra indudablemente en "Thick as a brick" su mejor momento, lo que hace inevitable la comparación o, al menos, más que en discos más variados desde el punto de vista sonoro o más centrados en la textura de guitarras eléctricas, como ser "War child" o los trabajos de fines de los ochenta (por no mencionar el uso de sintetizadores en los discos más ochenteros).
El lado A, en cualquier caso, termina con lo mejor del álbum, "From a dead beat to an old greaser", donde el relato de Ray Lomas encuentra lo que, en la estructura típica de tantas narraciones, cabe describir como su momento de "tocar fondo", oportunamente dispuesto en la lógica de dos lados del vinilo. Lamentab lemente, el lado B no está en general a la altura de lo mejor del A; si bien, por otro lado, sigue su estética acústica/eléctrica ("Bad-eyed and loveless" lo muestra claramente, y del mismo modo "Big Dipper", que suena por momentos al Jethro Tull de "Benefit"), la irrupción del title-track -que suena extrañamente distinta a las canciones que la preceden: no sólo en su estética meramente musical sino en sus tratamientos, su ecualización, su uso del reverb- parece desmontar la unidad del disco y descartar rápidamente las dos piezas que siguen (una de ellas, "Pied piper", podría haber sido incluida a "Minstrel in the gallery", una vez más no sólo por su registro específico del lenguaje prog sino también por el tratamiento íntimo y a la vez cargado de reverb en la voz de Anderson) a la categoría de epílogos que se prolongan acaso demasiado y no terminan de ofrecer la intensidad que cabía esperar después de la contundencia pop del title-track.

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